miércoles, 23 de marzo de 2016

El secuestro del avión


¿Ya de vacaciones de Semana Santa? Pues El Comentarista va a contracorriente y retoma su actividades comentarística enfocada a la preparación de las oposiciones para profesores de Lengua Castellana y Literatura. Muchos opositores que se preparan para la próxima convocatoria de junio estamos estudiando para pasar ese trago lo mejor posible. Aquí aporto mi granito de arena para practicar la parte del comentario de texto.

Todas las entradas tienen la misma estructura:
- Un texto del que se desconoce su procedencia y autor.
- Un breve comentario del contenido y los aspectos lingüísticos realizado por un servidor (es decir, yo).
- Explicación de la procedencia y autoría de texto. Esta información se deja para el final para que los lectores del blog puedan simular las mismas circunstancias que se encuentran los opositores en el examen, en el que los textos aparecen sin referencias al autor.

Se agradecen todos los comentarios, correcciones y aportaciones a estos comentarios que publico con mucha humildad y siendo consciente de que están plagados de errores y barbaridades, pero que se han realizado con cariño y ánimo de mejora.
Ahí va el primero de esta nueva temporada de comentarios:

El secuestro aéreo
Antes de que el avión hubiera alcanzado la altura de crucero, el joven loco se levantó sosteniendo en la mano derecha un aparato del que afirmó a gritos que estaba conectado a una bomba que llevaba pegada al muslo con cinta adhesiva.
-Aquí se va a hacer a partir de ahora lo que yo diga –añadió, con el labio superior y la frente llenos de sudor.
Las azafatas y el pasaje se dieron cuenta de que se trataba del mando a distancia de un televisor, pero nadie hizo nada por frenar al muchacho.
Eran las ocho de la mañana y acababan de dejar atrás un Madrid lluvioso, caótico, agresivo. La Barcelona que les esperaba al otro lado del puente aéreo no estaba, según la radio, en mejores condiciones. Muchos viajeros agradecieron íntimamente que se les sacara de la rutina habitual con un falso secuestro.
El joven apuntó a una azafata con el mando exigiéndole que le condujera a la cabina del piloto.
-¿Qué pasa? –preguntó el comandante al percibir el perfume de la azafata tras de sí.
-Esto es un secuestro- gritó el muchacho apuntando a todo lo que se movía.
-Dice que lleva una bomba pegada al muslo –informó la azafata con neutralidad.
El comandante observó el mando a distancia con una mirada estimativa y preguntó a la tripulación.
-¿Queréis que salgamos en el telediario o preferís que le dé una torta y lo devuelva a su asiento?
Hubo unos instantes de vacilación que resolvió el copiloto con cinismo:
-Yo prefiero salir en el telediario.
El comandante empezó a sobrevolar Madrid e informó a la torre de control de que estaban secuestrados por un individuo que amenazaba con hacer explotar una bomba que llevaba pegada al muslo si no se seguían sus instrucciones. Desde la torre preguntaron enseguida qué quería.
-¿Qué quieres? –dijo el comandante al chico.
-No sé –respondió sudando a chorros por la frente-, el caso es que tengo de todo.
-¿Cómo que tienes de todo?
-Que tengo de todo, eso dicen mis profesores.
-¿No hay de verdad nada que desees, incluso aunque no sea directamente para ti, sino para darle una alegría a alguien?
La azafata se acercó al muchacho y le quitó el sudor de la frente, como una enfermera a un cirujano. Entretanto, el comandante se dirigió por la megafonía al pasaje y anunció que, aunque el avión se encontraba secuestrado, las negociaciones con el terrorista progresaban razonablemente bien.
-Espero darles buenas noticias en poco tiempo-añadió. No pierdan la calma, y si desean un zumo o un café, póngase en contacto con nuestro personal auxiliar.
Pasaron unos minutos de incertidumbre. El muchacho loco parecía decepcionado y asustado a la vez por la actitud general. Quizá no había esperado tanta compresión. El copiloto sacó un peine de alguna parte y se lo pasó por la cabeza, quizá pensando en las fotografías. El comandante encendió un cigarrillo con gesto de paciencia.
- ¿No quieres que vayamos a Cuba? Es lo normal.
- No-dijo el muchacho saliendo de su estupor-, lo que a mis padres les gustaría es que me dieran el Premio Nobel de Química, porque tienen una droguería en Fuencarral. El comandante se puso en contacto con las autoridades, que a la vez hablaron con la Academia Sueca, y, tras unas deliberaciones no exentas de tensión, transmitieron al comandante que tratándose de un terrorista sólo le podían dar el Nobel de la Paz.
- El de la Paz está bien-dijo el muchacho tras unos minutos de duda-. Aterriza, que me voy a entregar.
El comandante inició una maniobra de aproximación al aeropuerto de Barajas, mientras los pasajeros empezaban a encender los móviles para ponerse en contacto con las emisoras de radio y contar su versión de lo sucedido. Cuando abrieron las puertas del avión, la policía gritó que saliera el secuestrador con las manos en alto. El muchacho abandonó el aparato con el mando a distancia en la mano derecha, descendió por las escalerillas y, cuando estaba a un metro de los geos, a punto de que éstos se abalanzaran sobre él, apretó un botón y cambió de canal.

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Comentario de texto

Se trata de un texto literario de género narrativo, que por su extensión breve, la forma de esbozar los personajes, la concentración de la trama y el final sorprendente puede encajar en el subgénero del relato corto, modalidad literaria muy fecunda en los últimos tiempos. Podemos establecer que se trata de un texto literario narrativo por la presencia de un narrador (en este caso, en tercera persona) que relata los acontecimientos ficticios que suceden en el texto.

Desde el punto de vista del contenido, el asunto del texto es el secuestro de un avión por parte de un joven loco. El tema del texto, si entramos en la interpretación de la intención comunicativa del autor, aparece bastante velado y sólo se puede inferir a partir de las últimas líneas, con el sorprendente final que comentaremos a posterior. Se puede formular de la siguiente manera: la confusión entre realidad y ficción en el mundo contemporáneo marcado por la virtualidad y la omnipresencia de los medios de comunicación.

El tema se refleja a través de una historia completamente absurda. Un pasajero secuestra un avión a punta de mando a distancia. La tripulación y el pasaje se toman la situación con humor, y parecen agradecer el falso secuestro por sacarles del aburrimiento de sus vidas. Los pilotos y la azafata, que solo están interesados en aparecer en los medios de comunicación, siguen el juego al secuestrador, un joven de vida anodina que sólo quiere llamar la atención de sus profesores y padres, sus figuras de referencia. Al final, el piloto consigue que se conceda al secuestrador el Premio Nobel de la Paz como recompensa por liberar al avión. Y entonces ocurre el sorprendente final: justo cuando todo estaba a punto de acabar, el protagonista “cambió de canal”.

Es aquí donde reside la clave temática. El autor expone una situación absurda, con un secuestrador ridículo, un piloto que toma decisiones irracionales, sólo pensando en su reconocimiento en los medios, y un pasaje que pide a gritos un poco de diversión en sus aburridas vidas. El cuadro es una descripción crítica de la vida contemporánea: aburrimiento, rutina, obsesión por unos minutos de reconocimiento y gloria. Pero todo acaba con un simple gesto, el gesto que más define al ser humano contemporáneo: apretar un botón para cambiar la realidad que le rodea en un acto desesperado por rellenar el vacío existencial de su vida.
Y eso sólo es posible en la sociedad actual, donde la omnipresencia de las pantallas (ahora táctiles) impone una capa de virtualidad sobre la realidad que provoca la confusión entre los límites de lo real y lo ficticio.

Pasamos ahora a comentar los recursos lingüísticos que el autor pone en práctica para transmitir el contenido del texto. Comienza la acción de forma inmediata, algo necesario en un texto narrativo autosuficiente de tan breve extensión. Se sitúa la trama en un avión, el medio de transporte que revolucionó los viajes en el siglo XX. Los aeropuertos y los aviones representan como nadie el concepto contemporáneo de los no-lugares, espacios de paso en los que confluyen multitud de seres humanos que apenas mantienen contacto entre sí. Son un símbolo de la modernidad.

La primera intervención refleja el carácter anodido del protagonista. Se expresa con un registro coloquial y palabras vacías, como en “aquí”, “hacer” y “lo que yo diga”, expresiones vagas. Los recursos humorísticos ya están presentes en las primeras líneas. El mando a distancia convertido en pistola y las referencias hiperbólicas a las adversas condiciones meteorológicas añaden un punto de forzado dramatismo que resulta ridículo.

Otro recurso humorístico típico es el contraste entre las actitudes de los personajes. El joven, que debería ser el elemento peligroso y amenazante, está nervioso, sudoroso. La tripulación se muestra impertérrita, fría y con una actitud cínica. El copiloto resuelve toda la situación con una sola frase: “Yo prefiero salir en el telediario”.

La conversación posterior entre piloto y secuestrador mantiene el espíritu surrealista. Ante la pregunta de cuáles eran sus exigencias, el torpe protagonista responde: “No sé, el caso es que tengo de todo”. Mantiene ese registro coloquial y un discurso plagado de palabras vacías de significado y ambiguas. El recurso del registro coloquial y relajado contrasta con la situación comunicativa en la que se produce, pues se supone que el secuestro de avión debería estar acompañado de expresiones que reflejaran la lógica tensión y nerviosismo que se derivaría de ese contexto. Sin embargo, el autor introduce diálogos en ese registro laxo y de tono tranquilo y hasta humorístico para romper con las expectativas del lector y plantear un intencionado choque entre la lógica esperada y el surrealismo planteado en la historia.

El piloto menciona Cuba como posible destino, símbolo de lugar paradisiaco, exótico, radicalmente distinto a la convencional España. La absurdez llega a nuevas cotas cuando el secuestrador habla de lo que quieren sus padres: “Lo que a mis padres les gustaría es que me dieran el Premio Nobel de Química, porque tienen una droguería en Fuencarral”. La escena se pone casi costumbrista con las referencias a un establecimiento de barrio, al madrileño distrito de Fuencarral y a unos sufridos padres cuyas expectativas para con su hijo exceden cualquier análisis realista. Pero el caso es que se lo dan. Bueno, no el de Química, sino el de la Paz, “por tratarse de un terrorista”. La crítica que se esconde tras este disparate no le escapa al lector del texto.

Y finalmente, cuando está a punto de ser detenido por los geos (referencia al cuerpo de élite que consigue darle más tono ridículo a la situación), el texto da un giro inesperado. El secuestrador acciona el botón de la bomba, su bomba metafórica. Y lo que ocurre es lo que cabía esperar de un mando a distancia. El secuestrador cambia de canal. Se ha aburrido y pasa a otra cosa, a otra realidad, en el acto más caprichoso y definidor del ser humano moderno. Todo ha sido un juego. La realidad y la ficción televisiva se han confundido.

En conclusión se trata de un texto con una prosa muy sencilla, ágil, construida a base de oraciones cortas, léxico accesible, recursos humorísticos y concisión narrativa. Con estos recursos lingüísticos, el autor consigue contar su historia de una forma eficaz, inmediata y efectiva.

Autoría
Juan José Millás, "El secuestro aéreo", artículo publicado en El País el 15 de noviembre de 1998.

3 comentarios:

  1. Buenos días Victor, felicitarte por tu página, la encontré de casualidad buscando un comentario de un poema; yo también estoy con las oposiciones. ..voy a leer tus comentarios a ver si así me inspiró ;)

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  2. Buenos días Victor, felicitarte por tu página, la encontré de casualidad buscando un comentario de un poema; yo también estoy con las oposiciones. ..voy a leer tus comentarios a ver si así me inspiró ;)

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    1. ¡Gracias por tu comentario! Como verás, mi aportación es muy humilde y sé que aún me falta mucho por aprender. Si quieres dar tu visión sobre los textos, genial. Un saludo.

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